Gestión emocional vs. victimización: ¿cómo reconocer la diferencia y dar el salto hacia el bienestar?
- terefierropsicolog
- 21 jun
- 2 Min. de lectura
Imagínate en uno de esos días en los que sientes que todo te sale mal, pasas en el tráfico más de 2 horas por la manifestación, llegas tarde y sin desayunar a la oficina y luego tu cliente cancela de última hora. ¿Cuál de los 2 caminos eligirias? : preguntarte qué necesitas hacer para regular tu malestar o culpar a todo y todos por lo “mal” que te va. El primero es gestión emocional; el segundo es victimización, ambos nacen del mismo dolor, pero te llevan a destinos opuestos.

Cuando entendemos nuestras emociones podemos transformarlas en acción consciente; contrario a que si nos quedamos instalados en la queja, porque así lo único que pasa es que nos quedamos atrapados en el mismo lugar. Por eso te invito a entender la diferencia entre los dos:
¿Qué es la gestión emocional?
Reconocimiento interno. Nombrar la emoción (“siento frustración”).
Responsabilidad personal. Aceptar que, aunque no controlas lo que sucede, sí decides cómo responder.
Regulación activa. Usar recursos como: respiración, pausa, movimiento, diálogo para volver a tu equilibrio.
Sentido. Preguntarte: “¿Qué está en mis manos cambiar ahora?”
Gestionar no es reprimir; es permitirte sentir y, luego, elegir.
¿Qué significa victimizarse?
Externalización del control. “Todo me pasa a mí”, “no puedo hacer nada”.
Narrativa fija. La historia gira en torno a la injusticia sufrida.
Ganancia secundaria. Atención de los que te rodean, compasión o excusas para no actuar.
Círculo vicioso. Cuanto más te quejas, menos energía tienes para cambiar.
La victimización NO es lo mismo que ser víctima de un evento real. El problema surge cuando convertimos esa experiencia en una identidad permanente.
Señales de alerta
(Usa esta tabla como espejo rápido; si pasas más tiempo en la segunda columna, algo necesita atención).
¿Por qué la victimización resulta tan seductora?
Alivio inmediato: quejarse libera tensión momentánea.
Validación externa: atrae consuelo sin exigir cambio.
Ausencia de riesgo: no hay posibilidad de “fracasar” si nunca intentas.
Dicho lo anterior, ahora veamos qué beneficios tangibles no de la gestión emocional:
Mayor resiliencia: más pronta recuperación ante la adversidad.
Relaciones sanas: comunicas lo que sientes, no lo descargas.
Autoconfianza realista: sabes que puedes sostenerte a ti misma.
Productividad consciente: menos tiempo en la queja, más en la acción.
Por eso te dejo 5 pasos para pasar de la queja a la acción:
Pausa y respira. 4 segundos inhalas, 4 mantienes, 6 exhalas.
Nombra la emoción. “Siento rabia porque…”
Valida tu experiencia. “Es normal sentirse así después de…”
Reformula la pregunta. De “¿por qué me pasa esto a mí?” a “¿para qué me sirve enfrentar esto?”
Diseña un micro-paso. Algo tan pequeño que sea imposible no hacerlo hoy.
“La magia está en lo pequeño y repetido, no en lo perfecto y esporádico”.
Conclusión
Entre la gestión emocional y la victimización hay un puente llamado decisión. Del otro lado te espera un mayor sentido de libertad, relaciones más auténticas y la profunda certeza de que, pase lo que pase, cuentas contigo.




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